Querido Vicente:
Te escribo en negrita porque no se me ocurre otra forma de gritar al aire desde este nimbo cuadrado.
Hoy en día seguimos paseando por los cementerios en busca de guadañas con ausencia de piel, fechas cercanas o ángeles con el silencio en la mano.
Todavía hay vidas repartidas entre aviones donde pesan más los zapatos de quien cree que del pensamiento también se sale.
Ya no se estila el carbón ajeno para las hélices propias ni la etimología básica.
Lo cierto es que existen más ruinas aladas que escuelas con maestros.
También se están perdiendo palabras porque si algo nos sobra en este siglo es extinción.
Ahora los pequeños no son párvulos, porque los prefieren en infantil.
Ahora no hay lecherías ni dulcerías porque la tecla pesa menos que el oficio.
Vivimos sin tiempo, Vicente. Viajamos sin espacio Sin pieles erizadas ni lenguas propias.
Y nadie nos enseña a respirar. Respirar de verdad.
Dime tú que te criaste entre versos, qué hacemos si se pierden las conjugaciones.
No se estila el carbón ajeno, pero seguimos leyendo en papel.
Y te lo digo: no hay vuelo más alto que el de leerte en tres lenguas distintas.
Te escribo en negrita porque dibujar por placer ya no se enseña. Como trazar el atlas con los dientes. O merendar pan con chocolate frente al televisor.
No hay mayor paracaídas que el de pintar las letras con los dedos engarrotados. O utilizarte como sinónimo de legítimo. Y pese a que lo veas más como un viaje, tu Altazor siempre ha tenido una rima asonante con Altavoz.
Así que, gracias por el grito valiente y el motor de avión.
PD: En la lengua del Túria, las 3 primeras letras de tu apellido significan “hoy”.
No hay mejor definición de tu nombre que la se queda a vivir en un presente eterno.
Como tú.
Atte.:
Hoy.
Altavoz Cultural 