
Traducción de Manuel de los Reyes
-La biblioteca de Carfax: Colección Deméter-
V Jornadas sobre Arte y Cultura del Escalofrío
Altavoz Cultural – Noviembre 2022
La Colección Deméter de Novela Corta inicia su singladura por las oscuras aguas de La biblioteca de Carfax con el magnífico capitán Stephen Graham Jones -uno de los grandes maestros del Terror contemporáneo- y el fabuloso timonel Manuel de los Reyes -su fiel mano traductora… y nuestro traductor preferido-. La bienvenida no puede ser más celebrada: una editorial que tanto admiramos debuta en un formato que promete enormes alegrías, amén de esta primera publicación de altísima calidad. La noche de los maniquís es sobresaliente.
Sawyer encabeza su cálida pandilla de amigos, el reparto compuesto por unos personajes muy atractivos -que rinden maravillosamente como colectivo incluyente, tan interconectado desde todas sus piezas- y el protagonismo desde su voz narradora en primera persona. Es en ella, en esa voz, donde hallamos los primeros destellos seductores: el estilo, el lenguaje y la manera de fluir del argumento por boca del joven líder deleitan nuestra lectura, que se conserva fresca, entretenida, sagaz en todo momento.
Completan el elenco la chavalada compuesta por Shanna, Danielle -tan capitales ambas chicas en el desarrollo de la trama-, Tim, JR (los otros dos muchachos del grupo habitual), Steve -el noviete de Danielle-, el rambesco padre de JR, unos pocos secundarios familiares -el entrañable padre de Sawyer, la amable familia de Tim…- y el gerente del cine en que sucede la salvaje alteración de las vidas recogidas, el cual es erigido como antagonista -incluso ‘villano’ en un sentido comiquesco, porque esta obra es muy, muy visual, perfecta para ser aviñetada-.
Pero la historia que se cuenta es la historia de Manny el maniquí, que roba los focos del resto de figuras para representar el gran papel del director Graham Jones -y de paso convertirse en uno de los seres más inolvidables del recorrido por la literatura de género-. Su leyenda traspasa el mito y se aprovecha de una deliciosa ambigüedad culpabilizadora para arrastrar gotas de fantasía, torsión de los sentidos -¿es real?, ¿es el agente de los hechos?, ¿qué o quién es Manny?- y muchísimo carisma -empleamos este hueco para vitorear la sensacional cubierta de la obra, de Tomás Hijo-.
Rockwall es el escenario de juego sobre el que se extienden los doce capítulos en los que se fragmenta la acción, con el mencionado cine y el río como casillas principales -tan determinantes en orígenes y retornos significativos-. El diseño geográfico y de localización traza un espacio sencillo, reconocible y fácilmente naturalizable dentro del imaginario común. Lo dotan de fuerza y vistosidad las dispares aventuras de nuestra pandilla de amigos, que dejan firme huella de su particular gusto por las bromas, una sólida confianza y una estima equiparable a ese concepto de “la familia que se elige”.
Manny constituye su magnánima obra: la cúspide de sus travesuras infantojuveniles. Refleja la pura diversión, la creatividad y el riesgo bien saboreado. Es mucho más que un hallazgo rescatado y customizado para una fugaz ocurrencia. El misticismo que lo rodea es espeso desde los primeros instantes que se habla de su relevancia en torno al grupo de amigos.
Acaso el otro objeto mayor de la historia -incluido como herramienta, medio, instrumento en pro de una finalidad superior- es la moto del padre de Sawyer -desterrada tras susto al garaje de lo irrecuperable-. Más adelante será un elemento más en poder del alter-ego corrupto de nuestro protagonista, en un nuevo rol bañado en perversión, teñido de dilema moral a caballo entre la incomprendida heroicidad y las objetivamente censurables hechuras malignas. Pero ese contraste que tan deliciosamente incómodo le resulta al lector -una vez partimos de la empatía establecida hacia Sawyer- es un grado inferior en impacto al doble estímulo -como luces chisposas que se alternan- que simultáneamente dibuja Graham Jones en su periplo por la desdicha de Shanna y sus colegas. El ingenioso y tétrico dúo Sawyer-Manny es una brillante bola de demolición.
Desde Dead Silence hasta Scream, las reminiscencias a ciertas propuestas del género en su dimensión cinematográfica son tentadoras, si bien creemos firmemente que La noche de los maniquís es sumamente independiente, capaz de llenar los ojos sin responder a estériles búsquedas de parentesco. Esa genuinidad es mérito de su creador, que sin embargo sí nos ha acostumbrado a su exquisita técnica y su imparable sentido del ritmo, marcas clave de una pluma que genera legión de seguidores. Lo mismo nos sucede con el hábito de leer a su traductor: Manuel de los Reyes es tan admirable. El triunfo de Deméter, esta recién inaugurada colección perteneciente a La biblioteca de Carfax, es la continuación natural de las virtudes de sus partes implicadas. Su futuro está, entonces, en manos inmejorables. Enhorabuena, queridas María y Shaila.
Altavoz Cultural