Presentación de la obra y entrevista a su autora
Las sociedades están tan acostumbradas a correr un velo tejido a medida para dar significación al mundo que, con el paso de los años, pareciera que se han nublado nuestros ojos de una realidad estancada, tintada en tonos grises, opacos. No es sino hasta que un acontecimiento fuera de lo común rompe esa superficie calma que nos atrevemos a echar un vistazo más allá de la cortina de la cotidianidad.
Caleidoscopia es, sin duda, ese oportuno suceso.
Con esta obra fotográfica, Angus Iglesias, quien ha dedicado su vida a la enseñanza de la Lengua y la Literatura y ha desatado su pasión por la fotografía desde hace unos años, ha puesto a nuestro alcance un instrumento no ya de creación, sino de recreación. Su formato, cuando menos curioso, creativo y maleable, nos permite formar infinitos escenarios y, como tal, nos enseña a reinterpretar nuestro entorno. Al fin y al cabo, aun cuando sus resultados puedan ser tan variados como nuestra imaginación nos permita, la síntesis se resume en una sola idea: hay más de una realidad ahí fuera.
Todo esto bien podría recordarnos a una figura literaria más que conocida por empujar a sus lectores a replantearse la realidad: Julio Cortázar, que, fiel a su curiosidad por desentrañar esos rincones de la existencia ocultos de la luz, posó su obra frente al prisma de un caleidoscopio para dotar a sus letras de múltiples perspectivas. El mismo Cortázar, en El sentimiento de lo fantástico, dijo así:
Yo siempre vi el mundo de una manera distinta, sentí siempre que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colocaba, un elemento que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.
En un intento por exponer ante el resto del mundo esas realidades alternativas, Julio jugó con el lenguaje para aproximarnos, a nosotros, sus lectores, a su propia visión de las cosas. Angus Iglesias, por su parte, se ha servido de su fotografía para lograr este mismo objetivo.
Y es que, precisamente, Caleidoscopia es el resultado de enfrentar esa curiosidad que en ocasiones nos asola por ver más allá de la rutina. Nos asoma, así como la obra cortazariana, a un mundo con una gama cromática más rica, pleno de luces y de sombras, de formas y de significados nuevos; nos vemos, gustosamente, obligados a reinterpretar esa realidad que tanto creíamos conocer.
Otear a través de su objetivo es regresar a la más tierna infancia, en la que, presas de la curiosidad, tratábamos no de dar con la razón de las cosas, sino de explorar los detalles que, a ojos de los demás, siempre pasaban desapercibidos.
Caleidoscopia no es sino, en conclusión, un desafío. Pone en nuestras manos una herramienta para formar infinitas realidades, enseñándonos, en el proceso, a cuestionar la que habitamos. No obstante, no cualquiera tiene la valentía de dejar que desafíen su concepción del mundo para volver a construirlo desde sus propios cimientos. Angus Iglesias ya nos ha brindado su propia visión, y, con ella, nos ha abierto un mundo de posibilidades. Y tú ¿crees ser capaz de correr el velo, abandonar tu realidad y formar la tuya propia?



Entrevista a Angus Iglesias
¿Qué fue lo que te impulsó a crear Caleidoscopia? ¿Tuviste claro desde el primer momento cuál sería la esencia y el mensaje final de la obra?
Caleidoscopia es un proyecto de trabajo que se va haciendo a sí mismo dentro de un proceso de búsqueda y de aprendizaje.
Búsqueda porque el tema no estuvo establecido a priori; es decir, no hubo nada definido porque me di cuenta de que lo que me gustaba era salir a la calle a hacer fotografías. Fui fotografiando lo que me llamaba la atención, lo que me iba sugiriendo la propia ciudad.
Aprendizaje porque a medida que hacía fotografías y las revisaba iba aprendiendo sobre mis gustos y mis intereses.
Poco a poco la ciudad se fue instalando en la cámara e iba surgiendo lo que mucho después se convertiría en el tema de mi proyecto.
¿Cómo concibes tú misma tu obra fotográfica? ¿Qué buscabas alcanzar con su creación?
La creación de Caleidoscopia está relacionada con mi entorno, la ciudad. He tratado de mostrarla a través de las calles, los rincones, la naturaleza que hay en la ciudad; parques, jardines, transeúntes, etc.
En realidad no buscaba escenas o paisajes determinados, pero en esa idea de “proyecto” necesitaba ir en busca de sitios, de lugares, en muchas ocasiones, desconocidos o poco transitados por mí. Salía de casa y a veces tomaba un autobús para recorrer barrios alejados. Me gustaba “perderme” por las calles y descubrir lo que hasta ese momento no era visible.
¿Cómo fue el proceso de composición de Caleidoscopia? Cuéntanos un poco acerca de tu proceso creativo y de selección de las fotografías para formular esta obra.
El proyecto surge en La Fotoescuela, un centro de enseñanza y aprendizaje de la fotografía, en Valencia.
Cuando realizaba el curso Desarrollo de proyectos con Jorge Alamar, profesor y director de la escuela, nos propuso a cada uno de los alumnos llevar a cabo un proyecto de fotografía partiendo de nuestros intereses. En principio, yo preferí no limitarme a una idea o un tema, porque me di cuenta enseguida de que lo que me gustaba era salir a la calle y fotografiar la ciudad. No me interesaba mostrar los sitios emblemáticos sino aquello que para mí tenía sentido: árboles, jardines, calles, rincones, vehículos, personas…, es decir, lo que habitualmente no llama la atención, pero que formaba parte de alguna escena urbana.
El trabajo consistía en mostrar las fotografías en las distintas sesiones e ir seleccionando en función de la opinión tanto de los compañeros de clase como del profesor. Cuando llegó el momento de ver el conjunto de fotografías me di cuenta de que mi proyecto podía formularse como una visión caleidoscópica de la ciudad.
Seleccionar las fotos y ordenarlas fue una tarea un tanto errática, pero tras una toma de decisiones se convirtió en el proyecto definitivo. Mi profesor, Jorge Alamar, me ayudó en todas las fases mencionadas y el título surgió después de haber revisado el proyecto muchas veces.
Tu vida ha girado en torno a la literatura y a la fotografía, tus dos grandes pasiones. En este sentido, ¿cómo crees que ha influenciado la literatura en la creación de Caleidoscopia?
Las relaciones entre fotografía y literatura son evidentes y han sido estudiadas por críticos y especialistas; en mi caso no cabe duda de que tanto la literatura como el cine y otros referentes forman parte de mi formación. Es imposible sustraerse a esa influencia.
El formato de la obra es, sin duda alguna, muy original. ¿Cómo se te ocurrió establecerlo de este modo?
El formato de la obra, una vez seleccionadas y ordenadas las fotografías, corrió a cargo de Tapas duras, tres diseñadoras de Valencia con las que me puse en contacto y aceptaron el trabajo.
Yo conocía los trabajos de ellas como fotógrafas y como diseñadoras y acerté en elegirlas. Sin ningún tipo de idea por mi parte sobre el formato, comprendieron muy bien Caleidoscopia y crearon un diseño que, sin lugar a dudas, mejora mi proyecto. Lo que sugiere este fotolibro es la visión múltiple y diversa de la ciudad.



Como comentábamos, el formato da juego a crear infinitos escenarios, diversas historias en la mente de quienes tienen el placer de hacerse con un ejemplar. ¿Es así como percibes la fotografía? ¿Qué significa para ti este arte?
El formato de Caleidoscopia coincide con una visión fragmentaria. Creo que es una forma de presentar la ciudad, por eso la “lectura” de este fotolibro admite múltiples combinaciones. Se puede leer -visualizar- según el orden establecido en la edición o como elija el usuario.




Caleidoscopia es una invitación a la reinterpretación de la realidad. A este respecto, ¿qué mensaje querrías transmitirles a quienes se hagan con un ejemplar de la obra?
La realidad tiene múltiples interpretaciones. Desde el punto de vista artístico solo hay que invocar toda la tradición de las artes audiovisuales, pero en mi caso y con toda humildad puedo decir que la interpretación de Caleidoscopia corresponde al “lector”. Mi pretensión ha sido la de compartir.