-Dimensiones Ocultas-

   Enrique Cordobés es un mago. Un mago experto en magia negra, en ocultismo y tiniebla. Dimensiones Ocultas vuelve a dar en la diana con su atrevimiento habitual respecto de la proyección de voces, historias y estéticas tan atractivas como sólidas. Horror Star es buenísima. Posee muchas virtudes, pero quizás la principal, y al mismo tiempo canalizadora de la mayoría restante, sea su protagonista: Victoria Miller. 

   Estructuralmente, nos encontramos con un prólogo que nos lleva hasta “Mediados del siglo XX”, con un tono misceláneo entre lo siniestro y lo mafioso, en una primera demostración soberana del dominio ambiental, atmosférico, que desempeña un genial Cordobés. El doctor Gagarín y el Carnicero de Montana hacen los honores. Imprimen la génesis del misterio y del escalofrío que lucirán como segunda piel una tanda de desiguales ocho capítulos dispuestos en cuenta regresiva, del Ocho al Uno.

   Victoria Miller persigue sus sueños literarios más allá de su Liverpool natal, en concreto hasta una casa que aquí será La Casa. Las primeras presentaciones les corresponden a ambas. Después conoceremos al suculento elenco de almas escritoras que configurarán el concurso de relatos que las reúne en tan espeluznante localización. Así, obtenemos una retahíla, un salvaje carrusel de estereotipos a cada cual dibujado con mayor ahínco sarcástico, feroz, caricaturesco, todos dotados de gotas reminiscentes propias de altos nombres de la literatura de género.

   Apenas es el comienzo, esta secuencia de presentaciones, de una dinámica que, al más puro estilo Scream, conmemora un hermoso canto referencial a la bibliografía del terror. Los homenajes, graduables desde la evidencia hasta el doctorado en ciertos autores u obras, trufan el discurrir de la acción arrojando un valor precioso a cada decisión, detalle y quiebro. Pero esto, jóvenes, no hace nada por la previsibilidad de Cordobés: Horror Star cuida al milímetro cada una de sus letras para fascinar, para salirse de convenciones y sobreentendidos aburridos. Es sobresaliente en originalidad, por su técnica, por su ideario y por su excelsa ejecución. 

   Abunda la metaliteratura, la literatura dentro de la literatura, un dominio extraordinario de las expectativas del lector, hasta retorcerlas. Su punto más salvaje a este respecto alude a la misma representación realista que proyectan los manuscritos que se intercalan a lo largo de la obra, paridos por los propios personajes-escritores. La comentada originalidad es desbordante en las escenas de pesadilla; la forma de Cordobés de tallar escenas y generar horror es maravillosa. No obstante, el genuino salto originalitivo tiene que ver con la prominencia de la tecnología al servicio de la perversión. 

   El capítulo prefinal, ese Dos, actúa como gran boom antes del anticlímax que cierra, como perfecto epílogo, la novela, un cierre que funciona muy bien en los parámetros de una historia extraordinariamente humana -y mucho menos gratuita en excesos-. Tratemos en este punto ese fondo humano que tanto nos encandila: si irrumpimos con el bisturí en la amalgama, que a veces opera como auténtica masa uniforme, de los diversos personajes, hallamos un favoritismo inaguantable hacia ese joven universitario. 

   Es el coprotagonista idóneo de tantos momentos emotivos que afectan directamente a nuestra gran ancla sentimental del texto: Victoria Miller, ahá. Su magnánima soledad, su conciencia en torno a su identidad, la (auto)aceptación que activa tanto interna como externamente, con pensamientos, reflexiones descorazonadoras, discusiones y conflictos que salpimentan el contexto hasta hacerlo crudo. Dentro de esa casa-monstruo tan despampanante se siembra con muchísimo acierto el punto de crítica que tan interesante resulta en una propuesta como esta, porque nos permite juzgar a los personajes y posicionarnos en empatía, merecimiento y demás cuestiones alrededor de cada una de las voces actantes. A ello contribuye magistralmente el hecho de estar ante un concurso. Enrique Cordobés teje con hilos de acero una trama sensacional envuelta en un papel de azabache y oro.

Altavoz Cultural

ENTREVISTA A ENRIQUE CORDOBÉS

Bienvenido a Altavoz Cultural, querido Enrique. Nos gustaría comenzar esta entrevista preguntándote por cómo surge Horror Star. ¿Cuál fue esa idea germinal que te llevó a desarrollar su historia?

Muchas gracias por esta entrevista. Soy muy fan de Clive Barker, y en muchas de las portadas o contraportadas de sus libros aparecen frases de Stephen King halagando su trabajo. Cuentan que estas citas le dieron un fuerte empujón a su carrera como escritor. Empecé a darle vueltas a esto, a imaginar que en realidad esas frases eran el premio por haber ganado un concurso literario. Después me pregunté cómo hubiera sido ese concurso, quién era el organizador, y al final fui enlazando preguntas con respuestas hasta dar con la base de Horror Star.

Victoria Miller es más que la protagonista de Horror Star: es un icono inmediato para el actual género de Terror, una guerrera impresionante, una superviviente, una heroína sumamente humana. ¿Qué ingredientes, elementos y referencias te sirven para componer la fórmula de su creación?

Para ser fiel a la idea original, quise que en Victoria Miller estuviera la esencia de Barker; por eso proviene del mismo país y, como él, dirigió algunas obras de teatro. A partir de ahí tomé de referencia a las final girls de las películas de terror, y mezclé la fortaleza y el instinto de supervivencia con la fragilidad de una mujer acostumbrada a que le den la espalda y que ha derramado más lágrimas que el resto de las personas que la rodean. La verdad es que necesitaba a un personaje así para creer en el tercer acto de la novela.

Si abrimos el ángulo encontramos influencias, muchas lecturas y muchos visionados de Terror como género más allá del personaje de Victoria. ¿Cuándo descubres el Terror como forma de expresión y cuál fue la primera vez que decidiste extrapolar esas experiencias receptoras a tu propia actividad como escritor?

La primera película que recuerdo haber visto es Vamp, una de vampiros con algunas escenas bastante terroríficas. A partir de ahí, siempre que jugaba a solas de pequeño introducía fantasmas o monstruos a los que vencer. A eso añádele que cuando se iba la luz en mi casa mi madre encendía velas, nos sentábamos junto a la mesa del comedor y nos contaba las experiencias paranormales que había vivido en un cortijo andaluz. Tanto ver cine de terror con mi hermano como esos momentos con mi madre eran mi azúcar favorito en la infancia. Ya en el instituto escribía historias inacabadas de terror mezclado con humor absurdo que pasaba a un compañero en un disquete, y que él me devolvía con la continuación de la historia. Al cabo de un tiempo mi amigo dejó de escribir, pero yo descubrí que no solo no podía dejar de hacerlo, sino que además quería crear argumentos más serios y complejos, con la esperanza de conseguir alcanzar el conocimiento y la práctica necesaria para ser publicado.

Horror Star es, como decimos, una delicia trufada de referencias para los amantes del género, lo cual permite disfrutar un grado más su lectura según captas cada detalle. ¿Cómo fue el proceso de confección de tan ambiciosa obra en términos de imaginario y simbolismo?

Las referencias llegaron de la mano de los personajes. Digamos que las escogieron ellos, y que yo me limitaba a plasmarlas en el libro. El horror corporal, que es un poco mi debilidad como amante del terror, representa a Victoria; alguien que tiene que florecer, que mudar su piel y nacer de nuevo. El terror psicológico representa a aquellos personajes que necesitan la aprobación de los demás para no sentirse pequeños, que no se consideran escritores hasta que alguien les dice que lo son. Su mayor representación en la novela podría ser Susan, que ha desperdiciado su vida creando excusas para justificar el no ir a por sus sueños. Por último, hay homenajes al relato decimonónico, al terror espacial de Lovecraft, al género paranormal como la novela La casa infernal e incluso hay un momento muy Jack Torrance.

Con altas dosis de ironía, humor, afilada crítica y dominio del panorama literario en el que se mueve, Horror Star es también un riquísimo retrato del mercado editorial, de los estereotipos de autores y autoras y del precio de la fama en el universo de las firmas. ¿Podrías, por favor, desde la caricatura, identificar a Enrique Cordobés como uno de esos personajes que tan bien dibujas en el texto?, ¿qué rasgos, obsesiones, puntos débiles, miedos y virtudes poseería y qué nombre «anglosajón» le pondrías?

Enrique Cordobés se llamaría Henry Sanbes, cuyo apellido es un nick que utilicé durante años en el foro Ociozero. Estaría siempre en segundo plano, observándolo todo. Sería el que queda segundo en los premios. Acabaría de escribir sus novelas fuera de plazo y tendrían que quitarle el manuscrito de las manos para que dejara de modificar el texto, pues su mayor pánico es encontrar erratas argumentales. Su síndrome del impostor estaría subido a su espalda como una mochila con un nudo al pecho imposible de desatar, le gritaría segundón a la oreja y le recordaría constantemente todos sus fracasos. Bebería para hacerlo callar y entablaría conversaciones consigo mismo. Su mayor virtud sería su fuerza de voluntad y una confianza ciega en él, lo que le haría avanzar obsesionado con sacar de su interior todas las historias aferradas a las paredes de su cabeza, con la única esperanza de seguir quedando segundo en los premios.

Hablemos sin hablar de ese final tan imprevisible como acertado, y de esa definitiva dualidad Victoria-casa, con un diálogo maravilloso entre exteriores e interiores de fondo. ¿Cómo se te ocurrió un desenlace así, tan cargado socialmente, incluso, si nos permites, de algún modo un anticlímax para según ciertas expectativas más agarradas al componente terrorífico y visceral? ¿Tuviste en algún momento la tentación de rediseñarlo o de proponerte otro distinto?

Ese diálogo exterior/interior se añadió en la última versión de la novela, fue una sugerencia de Cristóbal Olmedo, el corrector de Dimensiones Ocultas, que dio en el clavo en cada una de sus ideas. Sin embargo, el final siempre fue el mismo. Estamos acostumbrados a que el castigo tiene que ir ligado con dolor físico y derramamiento de sangre. Pero no hay nada peor que las bofetadas que recibe el alma. Porque estas heridas suelen quedarse abiertas durante años, y en ocasiones nunca terminan de cicatrizar.

En el primer escalón de la novela se pone en marcha un mecanismo tecnológico feroz que atañe a la producción clásica de manuscritos y condiciona sobremanera el desarrollo de la acción en la trama. Tomando como base esta misma iniciativa, y tirando de toda la imaginación que desees, ¿hacia dónde dirías que se dirige el formato literario y en qué lado del eterno debate papel vs. digital te posicionas tú, como lector y como autor?

Estoy en el equipo del papel, siempre. El ebook está muy bien, pero yo no quiero meter toda mi biblioteca en un dispositivo electrónico, porque si me falla, si lo pierdo, o simplemente si me quedo sin batería, le tengo que decir adiós a mis libros hasta cargarlo o abrir mi biblioteca desde otro dispositivo. Mi mujer me regaló un ebook hace años, y nunca sentí la misma satisfacción al navegar por las librerías digitales que al entrar en una librería física. Esto último es mágico. Es como entrar en un cine. Los libros en papel no desaparecerán mientras haya quien los prefiera así. Quizá las tiradas sean menores a las actuales, o se vendan solo bajo demanda. Pero no deberían desaparecer. Acostumbrarnos a tener de todo, cuando en realidad no tenemos de nada, es un error que cada vez cometemos, o quieren que cometamos más.

Lo que sí veo en un futuro, y más para hacerle la competencia a la inteligencia artificial, son plataformas de novelas a la carta donde el lector podrá escoger los elementos que quiera leer en su novela, los géneros, las tramas, los personajes, el grado de humor o de violencia, la cantidad de páginas y donde pueda seleccionar qué autor o autora de la plataforma desea que escriba su novela.

¿Cómo ha sido tu experiencia editorial con Dimensiones Ocultas? ¿Qué consideras que introduce, refuerza o remueve Horror Star en la actualidad literaria? Por otra parte, ¿dónde puede encontrarte y seguir tus pasos nuestra comunidad lectora?

Dimensiones Ocultas ha irrumpido con mucha fuerza en el mundo editorial. Y no me cabe ninguna duda de que, en tiempo récord, se ha posicionado en su género como una de las mejores editoriales de España. Se nota muchísimo el mimo y la pasión que Roberto Carrasco le pone a su editorial y a todo el equipo que trabaja con él, ya sea de forma directa o indirecta con el libro. Así que solo tengo agradecimientos y palabras bonitas para las personas relacionadas con Dimensiones Ocultas.

En cuanto a la siguiente pregunta, me gustaría renovar un poco este género. Agarrar lo viejo y darle un lavado de cara. Traerlo al siglo veintiuno, por así decirlo, y con Horror Star debía empezar con una protagonista digna de nuestro presente. Un presente donde ya no deberían de existir ciertos prejuicios, los cuales desgraciadamente se siguen escuchando en boca de personas que parecen vivir en siglos pasados.

Luego está el tema del aura o de las vibraciones extrasensoriales, algo que me fascina. De pequeño me encantaba el terror más clásico, el vampiro que arde si le cae agua bendita encima, o el demonio que retrocede ante la fe del cura. Pero a medida que he ido creciendo he dejado de creer en la propaganda más religiosa para buscar nuevas y actuales formas de ahuyentar el mal. La energía que nuestro cuerpo desprende, tanto buena o mala, me parece un misterio asombroso y poco utilizado en el género de terror. Con Horror Star es la segunda vez que me adentro en este mundo extrasensorial. Antes lo había usado en un relato llamado Sed de miedo, y actualmente estoy trabajando en la última novela donde tocaré este tema. Se puede decir que estoy a punto de cerrar la trilogía de las vibraciones espirituales.

Podéis encontrarme en Instagram, con el usuario enrique.cordobes, y en Twitter soy @EnriqueCordobs1

Ha sido un placer. Muchas gracias de nuevo al equipo de Altavoz Cultural.

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