“Él (Dios) es el mayor chapucero de todos los tiempos.
Tenía un buen publicista, eso es todo.”
-Satán (Gabriel Byrne) en El fin de los días
El etiquetado se ha convertido en algo más que un proceso de reconocimiento de productos consumibles: ha incidido severamente en nuestra realidad, ha contribuido al reanálisis de nuestra identidad en base a números, imágenes y otra serie de factores superficiales que han terminado por reducirnos a un cúmulo de rasgos que presentan un fuerte componente social -léase despectivamente- y poca, o muy poca, humanidad.
Entre definiciones solicitadas (“¿Cómo se definiría usted en cuatro palabras?”) y autoproclamaciones (“Yo, ante todo, soy esto”) -con sus consiguientes dilemas (“Yo no me consideraría esto, más bien soy esto”)- emergen tres grandes conceptos: opinión, éxito y profesionalismo. Pasemos a la práctica:
*Julia Álvarez (Fleek Mag) nos señaló la relevancia de los DJs Stretch & Boobito, que revolucionaron la manera de informar sobre Hip Hop allá por los ’90, y zanjó el debate sobre la dualidad artista-comunicador remarcando el hecho de que estar dentro de la escena no garantiza nada si las cosas se hacen mal -afirmación ilustrada mediante el rotundo ejemplo del fracasado programa Yo! MTV Raps España-. ¿Para hablar de cierto tema hay que vivirlo “desde dentro”? No. En tal caso, la experiencia enriquecerá la crónica, la crítica o el comentario, pero no funcionará por sí misma ni deberá excluir a quien, con conocimientos adquiridos externamente, se acerque a dejar su punto de vista sobre dicho ámbito.
No solo nos referimos a que no hay que ser futbolista para cuestionar una jugada ni pintor para criticar un cuadro, sino también a que, por extensión, no hay que saber hacer tortilla de patatas para desaprobar o elogiar la que te sirve en un bar ese gran especialista en cocina.
Paradójicamente, en la mayoría de los casos -música, cine, deporte, arte- se trata de ámbitos íntimamente ligados al entretenimiento, el consumo o la exposición pública, circunstancia que, por un lado, abre la puerta a todo tipo de ignorancias, fanatismos y prejuicios, y, por otro, entronca con nuestra siguiente etiqueta: triunfador.
En cuanto a lo que significa triunfar, Rut Alameda y **Lana Neble mantuvieron hace escasos días una interesantísima conversación off the record acerca del éxito en el mundo de la ilustración y el diseño gráfico.Ambas coincidieron en la necesidad de labrarse una vasta trayectoria previa a cualquier atisbo de (auto)reconocimiento. No existe la suerte, sino el esfuerzo, el matrimonio ensayo-error, hasta que se alcanza ese punto de inflexión, ese paso largo que vale por dos y que te permite confirmarte, sin falsas modestias ni número determinado de seguidores, como representante de tu gremio a través de dos fórmulas básicas de éxito: a) ser el mejor haciendo lo que todos hacen; b) hacer algo distinto a lo que todos hacen.
Este acto de consciencia al amanecer puede ir más o menos de la mano del aplauso general, si bien no implica una mayor visibilidad a ojos de la gran masa ni su indiferencia menoscaba la satisfacción de quien puede presumir de dedicarse a lo que ama y de poder convertir sus ilusiones en fotografías enmarcadas. ¿Es eso serprofesional?
***Rodrigo Quesada reflexiona habitualmente sobre la cuestión de lo que es o no profesional en uno de losámbitos que más crecimiento han experimentado en el último lustro: el freestyle, progreso que se sustenta precisamente en la llamada profesionalización: participantes que entrenan, compiten y cobran, estadios y recintos entregados al show, marcas patrocinadoras y una mimada estructuración de los eventos y su calendario apuntalan la perfecta imagen de seriedad y compromiso que se le viene atribuyendo a esta subdisciplina del rap.
Quesada pone el foco en el jurado de estos eventos, en esas personas que se encargan de la valoración formal de la actuación de los freestylers desde una perspectiva… ¿competente?, ¿capaz?, ¿profesional? ¿Son solo expertos y no profesionales? ¿Deben cobrar más para serlo?, ¿deben dedicarse, principal o exclusivamente, a dicha labor como único oficio o profesión para equipararse a lo que entendemos por profesionales en otros casos? Por supuesto que no todas las ocupaciones son comparables entre sí.
“Mi placer es el del trabajo bien hecho”. Es una sentenciade ****Dómina Ghalia, que nos habló, entre otras cosas, de lo que supone dedicarse plenamente al BDSM -respuesta que será extensamente ampliada en nuestro IV Coloquio Virtual del presente mes de mayo, en el que compartirá altavoz con otras tres dóminas profesionales-. La fundadora del Rincón de Libertad nos instruyó acerca de la imprescindible búsqueda de refinamiento como pilar fundamental del desarrollo profesional de una vocación: se es profesional cuando se entrega -a veces sacrifica- la pasión al máximo rendimiento.
Como síntesis a todo lo expuesto en estas líneas y, en especial, a nuestra opinión acerca de las tres etiquetas tratadas en ellas, diremos que:
1. Ser profesional es desempeñar una labor con todos los recursos y el rigor posibles.
2. Triunfar es poder ser profesional realizando una actividad que nos llene el corazón.
3. Ambos permiten una experiencia que puede o no servir para comunicar sus entrañas.
4. Quienes participan directa o indirectamente de esa experiencia son libres de valorarla.
Atentamente,
un profesional del lenguaje
poco triunfador y muy opinador
*Entrevista a Julia Álvarez: https://altavozcultural.com/2020/04/15/julia-alvarez/
**Entrevista a Lana Neble: https://altavozcultural.com/2019/12/26/lana-neble/
***Entrevista a Rodrigo Quesada:https://altavozcultural.com/2020/01/31/rodrigo-quesada/
****Entrevista a Dómina Ghalia:https://altavozcultural.com/2020/01/18/domina-ghalia/
Escucha nuestro podcast en este enlace: https://open.spotify.com/episode/5hkzJo8OnZLReRVDaspzM5?si=gCjrkTCqTGGj3s5KLontXA